No temo al tiempo.
Me da risa su chiquillada
de no estarse quieto.

Él, en cambio, me necesita
para pasar ante los ojos del mundo,
no sería tiempo
si en mí no pasara
y por eso me teme.

Yo, en cambio, no lo necesito
y juego con él
y a veces lo despierto
muy de madrugada para salir riendo
y otras veces
lo duermo en tus ojos;
es por eso que te teme el tiempo.

Pero no existe el tiempo.
Existes tú
y existen los árboles
y tu cuerpo infinito
entre la hierba
cubierto de besos de primavera.
Pero el tiempo,
el tiempo no existe apenas.

No hay comentarios :

Publicar un comentario